Lejos de quedarse obsoletos, los minoristas con visión de futuro están revitalizando la tienda moderna como un activo en un mundo en el que prima lo digital, lo que demuestra el poder de una combinación equilibrada de presencia física y en línea.
Un factor clave de este resurgimiento es el creciente énfasis en el comercio minorista experiencial. Donde antes las tiendas físicas servían principalmente como puntos de compra, ahora están evolucionando hacia destinos que priorizan las experiencias sobre las transacciones. Gymshark, por ejemplo, ha transformado algunos locales en espacios híbridos de venta al por menor y fitness, con zonas de entrenamiento y canchas de baloncesto en miniatura. Esta estrategia aprovecha el deseo de conexión de los clientes, dándoles una razón para visitar la tienda y relacionarse con la marca más allá de la mera compra de productos.
Estas experiencias inmersivas atraen especialmente a las generaciones más jóvenes. Los consumidores de la generación Z valoran la autenticidad y quieren que las marcas reflejen sus propios ideales, y las tiendas físicas ofrecen a las marcas una plataforma ideal para crear experiencias ricas y memorables que las diferencien en un mercado altamente competitivo.
El papel de las tiendas físicas en la omnicanalidad y el cumplimiento de pedidos
Las tiendas físicas mejoran la experiencia del cliente y desempeñan un papel estratégico en la distribución y la logística. Muchos minoristas han adoptado el modelo de utilizar las tiendas como centros de cumplimiento, utilizando las ubicaciones físicas para hacer clic y recoger, recoger en el mismo día y devolver las compras en línea. Este enfoque reduce los plazos de entrega y los costes, al tiempo que ofrece a los clientes una forma cómoda de gestionar las devoluciones, un área en la que el número de devoluciones es superior a la media en el comercio electrónico.
Tiendas como Marks & Spencer y Lidl han invertido mucho en capacidades omnicanal, lo que permite a los clientes disfrutar de una experiencia coherente en los puntos de contacto en línea y fuera de línea. Para las tiendas que también funcionan como centros de distribución, los clientes obtienen la comodidad añadida de recoger los artículos en lugares cercanos a su domicilio, con la posibilidad de cambiarlos o devolverlos fácilmente en el acto. Al agilizar el cumplimiento, los minoristas hacen que sus espacios físicos sean más versátiles y atraen tráfico de vuelta a las tiendas.
Para algunos compradores, las tiendas también cumplen una importante función social. Muchos clientes de edad avanzada, por ejemplo, disfrutan comprando en la tienda porque adquieren una sensación de compromiso social. Las cajas atendidas y las oportunidades de mantener conversaciones informales con el personal añaden un toque personal que los canales digitales no pueden reproducir. Las tiendas físicas se convierten en centros comunitarios que ofrecen una conexión humana y un nivel de servicio personalizado del que a menudo carecen las interacciones en línea.
Este cambio ha animado a los minoristas inteligentes a replantearse la distribución de las tiendas, el personal y los servicios para reflejar las necesidades cambiantes de sus comunidades. Los espacios físicos se están reconfigurando para dar cabida a experiencias como eventos en directo, talleres y consultas personalizadas. Esto transforma la tienda en un espacio polifacético que fomenta relaciones más profundas con los clientes.
Las tiendas físicas proporcionan estabilidad financiera y operativa
Otro factor que contribuye a la recuperación del comercio minorista físico es la estabilidad financiera. Las tiendas de descuento como Lidl han encontrado su nicho y han demostrado la rentabilidad de las compras en tienda. Mientras que el comercio electrónico suele incurrir en mayores tasas de devolución y costes logísticos, las tiendas físicas ofrecen canales de transacción estables y de menor coste.
Además, la pandemia obligó a los minoristas a reevaluar sus redes de tiendas, lo que llevó a muchos a cerrar las que no eran rentables y centrarse en las que generaban más valor. Esta consolidación ha permitido a los minoristas reinvertir en sus tiendas más rentables, creando redes racionalizadas y estratégicamente situadas.
El futuro del comercio minorista dependerá de la capacidad de las marcas para integrar los canales físicos y digitales con el fin de ofrecer experiencias de cliente fluidas. Las tiendas físicas no están desapareciendo, sino que se están volviendo más inteligentes, más versátiles y más centradas en la interacción con el cliente. Los minoristas reconocen que una fuerte presencia en la tienda puede mejorar la experiencia digital, ofreciendo a los clientes flexibilidad en la forma de interactuar con una marca.
En última instancia, las tiendas físicas han salido de «cuidados intensivos» no porque simplemente hayamos vuelto a la normalidad, sino porque han evolucionado para satisfacer las demandas actuales del comercio minorista. Este enfoque renovado en la experiencia, la comunidad y la eficiencia operativa está permitiendo que el comercio minorista físico siga siendo una parte vital y próspera de la industria, lo que demuestra que las tiendas físicas están aquí para quedarse, más fuertes y más resistentes que nunca.
Richard Clarke, director ejecutivo, Global Retail, Fujitsu