El sistema financiero global se prepara para una transformación sin precedentes en la segunda mitad de esta década. Los pagos electrónicos, que ya han experimentado un crecimiento acelerado tras la pandemia, se consolidan como el eje de la evolución del sector. Así lo recoge el informe Payments 2025 & Beyond de PwC, que anticipa una fuerte expansión del volumen de transacciones digitales hasta 2030 y una reconfiguración profunda del ecosistema de pagos.
Según el estudio, se espera que el número de transacciones electrónicas en el mundo supere los tres billones anuales para 2030, casi el triple que en 2020. Tan solo entre este año y el final de la década, el crecimiento previsto es del 61 %. Esta tendencia viene acompañada de una mayor demanda de pagos instantáneos, experiencias sin fricción y soluciones móviles, especialmente en los mercados emergentes.
Asia-Pacífico liderará esta evolución, con un aumento del 76 % en el volumen de pagos electrónicos hasta 2030. También se prevé un fuerte crecimiento en África y América Latina, donde la adopción de tecnologías digitales y el avance de la inclusión financiera están acelerando la transición hacia economías menos dependientes del efectivo. En paralelo, Europa y Norteamérica mantendrán una senda de crecimiento estable, con foco en la innovación regulada y la seguridad.
Pero más allá del volumen, el estudio de PwC subraya un cambio más profundo: la transformación del modelo de pagos hacia un sistema más fragmentado, descentralizado y competitivo. El auge de nuevos métodos como el “compre ahora, pague después” (BNPL), el avance de las criptomonedas, y la inminente llegada de monedas digitales emitidas por bancos centrales (CBDC), están dando forma a un nuevo paradigma financiero.
Esta transición obligará a los actores del sector (desde bancos tradicionales hasta fintechs) a rediseñar sus estrategias. En muchos casos, las compañías tendrán que definir no solo qué tecnologías adoptar, sino también en qué segmentos competir. Según PwC, la clave estará en crear modelos de pago más interoperables, ágiles y resilientes, capaces de responder a una demanda global y heterogénea.
Uno de los grandes desafíos para los próximos años será garantizar la seguridad y la confianza en este entorno digitalizado. El informe destaca que, con el incremento de los pagos digitales, aumentan también los riesgos asociados al fraude y a la gestión de datos sensibles. Esto exigirá una inversión constante en ciberseguridad y en marcos regulatorios más robustos, especialmente en contextos de pago en tiempo real y plataformas descentralizadas.
El futuro también estará marcado por la necesidad de equilibrar automatización e inclusión. Aunque los pagos digitales han facilitado el acceso a servicios financieros en comunidades tradicionalmente excluidas, todavía existen brechas significativas. Las soluciones tecnológicas deberán adaptarse a entornos de baja conectividad, fomentar la educación financiera y ofrecer opciones accesibles a usuarios sin experiencia digital previa.
De cara a 2030, PwC anticipa un ecosistema de pagos más diverso, sin un único estándar dominante. Será un entorno donde convivirán monedas tradicionales, soluciones digitales privadas y divisas digitales emitidas por gobiernos, con una competencia creciente por la experiencia del usuario. En este escenario, las entidades que logren combinar innovación, seguridad y confianza serán las mejor posicionadas para liderar la próxima etapa del sistema financiero global.