La seguridad, la rapidez y la sencillez son factores indispensables para cualquiera de los numerosos métodos de pago sin efectivo que se utilizan actualmente. A la hora de pagar cualquier producto con la tarjeta bancaria —o incluso con el smartphone—, el usuario normalmente no es consciente de que detrás de este gesto tan natural hay un profundo avance tecnológico que recientemente cumplió 50 años y que, sin duda, ha ayudado a construir el mundo conectado de hoy en día.
Haciendo un poco de historia, el 13 de septiembre de 1968 los ingenieros alemanes Helmut Gröttrup y Jürgen Dethloff presentaron en Austria la primera patente de un circuito de identificación embebido en una tarjeta. Gracias a los avances tecnológicos y al apoyo de compañías como G+D, este primer circuito acabaría desembocando en las tarjetas con chip, también llamadas tarjetas inteligentes, las cuales permiten almacenar en unos pocos milímetros cuadrados la información bancaria y las identidades digitales del usuario. Sin este desarrollo, sería imposible realizar procesos de pago globales, seguros y sin efectivo, por no hablar de los avances en seguridad que se han implantado en diversos dispositivos móviles.
Tal es la importancia de estas tarjetas que la oficina de patentes alemana equipara su invención con otros hitos de la tecnología como el motor diésel, el frigorífico, el tubo de rayos X o el formato de archivo MP3. No es para menos, ya que las tarjetas con chip son usadas por 1.000 millones de personas diariamente en todo el mundo mediante sus tarjetas bancarias, además de por operadores de telecomunicaciones, fabricantes de coches o de dispositivos móviles, empresas comerciales y organismos de transporte o salud. Con todo ello sobre la mesa, queda claro que Gröttrup y Dethloff sentaron los precedentes de un gran cambio tecnológico hace medio siglo. Pero, ¿en qué consiste este cambio y qué ha supuesto para los métodos de pago?
La contribución del chip, desde el pago seguro hasta la banca móvil
Gracias a la integración de las tarjetas chip, los fabricantes de smartphones, wearables y dispositivos IoT han visto beneficiada la seguridad de sus dispositivos, al igual que ocurre en carnets de identidad, pasaportes o tarjetas sanitarias. Por ello, su impacto ha sido destacado más allá del específicamente monetario, pero no hay duda de que sus aplicaciones más relevantes se han dado en el mundo del pago sin efectivo, donde G+D ha sido su principal impulsor.
David González, director de ventas de G+D Mobile Security para Europa y el Norte de África.
Puede leer el artículo completo en el número 17 del emagazine.